28 jul 2009

La violencia en la escuela y el valor de las normas

La reiteración de actos de violencia en varias escuelas, en los últimos días, vuelve a poner de manifiesto un problema educativo y social serio que es necesario tratar en toda su dimensión. La violencia de los chicos y jóvenes contra sus compañeros y docentes revela una falta de incorporación de normas básicas de comportamiento y, en consecuencia, fallas graves de su proceso de socialización. De esto es responsable, en primer lugar, la familia, en la cual los chicos son enfrentados desde el comienzo de su vida a las enseñanzas sobre normas, a los sistemas de premios y castigos y expuestos a los ejemplos relevantes que influirán en la formación de su carácter y de sus inclinaciones.Este primer escalón de la formación personal presenta serios problemas originados en la instauración de una cultura de permisivismo, en la crisis de la familia con el consiguiente debilitamiento de la figura del padre y, en algunos sectores, por las consecuencias del empobrecimiento en las relaciones familiares, la escolaridad y la socialización y búsqueda de identidad en grupos marginales.La escuela, por su parte, no tiene en muchas ocasiones los medios materiales o la preparación para complementar o suplir la misión de las familias.



El ambiente escolar está influido, también, por el permisivismo y la idea de que los límites y sanciones por inconducta son elementos represivos incompatibles con los derechos y necesidades de los chicos.El ambiente institucional en que se mueven los chicos, los ejemplos cotidianos de violación de normas por parte de personajes notorios por su ubicación en el mundo de la política, del deporte o del espectáculo, o incluso por personas encargadas de gobernar o de hacer cumplir las leyes.Se trata, por lo tanto, de un complejo y multiforme escenario, que no sólo da lugar a casos extremos de violencia, que son conocidos por su trascendencia mediática, sino también a situaciones de microviolencia cotidiana y de degradación de las relaciones entre las personas y de éstas con las instituciones.El fenómeno es inquietante desde varios puntos de vista. En lo inmediato, por el daño que sufren quienes son objeto de maltratos o agresiones, pero también por quienes los propinan, porque pueden quedar envueltos en situaciones de orden judicial o policial que pueden marcar negativamente su futuro.Los problemas de formación de los jóvenes, en lo que respecta a su incorporación de las normas de convivencia y la valorización de los vínculos constructivos con sus semejantes, constituyen también un riesgo para la sociedad, en la medida que recicla patrones de relación fundados en la desconfianza, la confrontación y la violencia, que han tenido un dramático protagonismo a lo largo de toda la historia nacional.Según evaluaciones oficiales y sindicales, el número de episodios de violencia en la escuela no puede considerarse significativo. Ojalá que así sea. Aun así, la situación que se comenta contrasta fuertemente con la que se vivía hace pocas décadas, en las cuales la tarea educativa se desarrollaba normalmente y los docentes no estaban sometidos al riesgo de la violencia de sus alumnos o, como en más de una ocasión ha sucedido, de sus padres, la reiteración de actos de violencia en varias escuelas.Está planteado, por lo tanto, el desafío de enfrentar el problema. Un objetivo plausible es, en este sentido, la restauración de las amonestaciones para que operen como señales ante situaciones de inconducta. Hay que asumir que las normas y sanciones, cuando se utilizan adecuadamente, son necesarias para encauzar positivamente la vida de los chicos y preservarlos de los riesgos que sus conductas pueden generar.La reiteración de actos de violencia en escuelas y colegios contra alumnos o docentes es un síntoma social riesgoso para los chicos y para la sociedad. Revela fallas en la formación de los jóvenes, de las cuales son responsables las familias y la propia escuela. Una de las causas es la cultura de la permisividad. Es necesario asumir que las normas y sanciones son necesarias para encauzar la vida de los chicos.








Fuente: El Clarin Martes 08 Julio 2008

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